martes, 13 de enero de 2015

Madre y padre a la vez.










                     Mi respeto y admiración es para ti mujer, que por circunstancias diversas un día cualquiera, despertaste a la realidad y te diste cuenta, que te encontrabas sola.    El, un día te dijo que te amaba, pero ahora se fué.  Pueden ser diversas las razones, pero lo importante es que ya no esta allí.
Por un momento el mundo se te vino encima, ahora tu tendrías que tomar las riendas de tu familia y llevarla adelante.  Y no solo eso sino que ahora tu, y solo tu eras quien debias suplir las necesidades de tus hijos, tanto económicas como emocionales.    No es tarea fácil, porque la mujer fue diseñada para ser ayuda idónea.  Pero ahora no solo debías ayudar, mas bien eras la unica responsable de sacar a flote una familia con todo lo que esto implica. 


Recordaras que en momentos te sentiste cansada, quizá enferma; pero te sostenía de pie un solo pensamiento: "Es por ellos!"
Duros trabajos, desvelos, alguna ocasión limitada a comer un pan por ofrecerlo a ellos. Y muchas veces dijiste: Yo no necesito esto! ....... Para que ellos lo disfrutaran.     Y hablemos de las incontables noches de llanto que pasaste, con sentimientos de abandonada y rechazada, con ése profundo dolor de soledad.    
Pero mientras pasaba la larga noche observabas el dulce rostro de tus hijos, esa mirada tierna e inocente, esa sonrisa sincera que te inyectaba fuerzas para salir nuevamente a la lucha, eso, eso es lo que no te permitía desmayar. 

Y cuando se trataba de tus cachorros, se despertaba la fiera que había en ti, nadie los tocária!   Con uñas y dientes los defenderías  
La impotencia, la frustración y la depresión, muchas veces te visitáron, pero no tenias tiempo para
ellos.  Debias continuar, tus hijos te necesitaban. 

Cansada, desgastada y con lagrimas en tus ojos, muchas veces, levantaste tu mirada al cielo, de donde tu sabias que vendría tu socorro.   Y Dios en su infinita misericordia te decía: "Yo estoy contigo, esfuérzate y se valiente, no temas ni desmayes!"   Una y otra vez te recordaba su promesa: "Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas" . 

Su dulce voz te resonaba en tu interior: "En el mundo tendrás aflicción, pero confía, yo he vencido al mundo".
Así viviste mujer guerrera, un día a la  vez.   Ahora el tiempo ha transcurrido, tus hijos han crecido
y tu, aun estas de pie.  Dios ha sido fiel, te mantuvo con su mano de poder.   El recompensará cada una de tus lagrimas. 
Ahora tienes la satisfacción que nada fue en vano, cuando ellos vienen, te abrazan y te dicen: Mamá, te amo!  
Eso, eso no tiene precio!

Felicidades Mujer valiente y esforzada!


Pastora Susana Arteaga/Enfoque a la Mujer.
Si compartes este articulo, favor de mencionar la fuente.