miércoles, 15 de junio de 2016

Perdidas que nunca esperamos. 2a. Parte.




Recuperación y adaptación a la separación y al vacío.

Segunda Parte 

Muchas veces tendemos a  retrasar las penas y los motivos pueden ser distintos uno de ellos es cuando simplemente no podemos o no sabemos cómo manejarlo en ese momento, cuando tenemos una pena  en nuestras vidas y la retrasamos alguna otra pérdida en el futuro puede disparar su liberación y se produce una avalancha. 
La pena evidentemente no se irá de la nada, con el paso del tiempo crece dentro y típicamente sale en una variedad de formas que no son buenas para alguien en duelo.

La negación a vivir el duelo de nuestras desilusiones del pasado nos condena y nos pone rígidos, la pena genuina es la tristeza y el llanto profundo que expresan la aceptación de nuestra incapacidad por hacer algo de nuestras pérdidas, es el preludio a dejar ir, a abandonar, es la muerte que procede a la
resurrección. 
La adaptación es de vital importancia al sufrir una pérdida, adaptarse al vacío dejado por una persona u objeto que se ha ido. Ya sea la pérdida de un sueño, de un trabajo, de un amigo, de una mascota, de un cónyuge, de una casa, cualquier tipo de pérdida, debemos de acostumbrarnos a la ausencia de algo que era parte de nuestras vidas. 

Cuando hablamos de una pérdida de una persona, debemos aprender a funcionar sin la interacción y
la validación a la que estábamos acostumbrados. La falta de la presencia física de alguien en nuestras vidas significa que nuestras necesidades, esperanzas, expectativas, sentimientos y pensamientos cambiarán.

Cualquiera que sea la pérdida significa HACER CAMBIOS.
El cambio involucra mantener al ser querido de una manera sana y adecuada en nuestra memoria.
Adaptación significa y necesita no comportarse de la misma manera en la que lo hizo cuando la persona era parte de su mundo. Para muchas personas una pérdida significa adquirir una nueva identidad.





Las formas sanas en la que podemos relacionarnos adecuadamente a un ser amado fallecido, puede sonar extraño, pero el primer paso es reconocer que la otra persona ha partido y que usted está todavía vivo. Es aquí en donde llega el momento de dejar ir emocionalmente y reinvertir de una
manera nueva. 




Independientemente de lo que haya perdido, ayuda estar e identificarse con otros que han experimentado la misma pérdida que usted, puesto que pueden ayudarlo en su proceso de adaptación.
La recuperación, es reinvertir su energía emocional en algo nuevo que le pueda dar plenitud y satisfacción, no me refiero a un reemplazo, todo intento por encontrar “réplicas” es una respuesta no sana. 

Una adaptación grande para cualquiera que haya perdido un ser querido es el que hará con las pertenencias que quedaron, una forma de manejarlo es con el plan pila. En una pila están aquellas pertenencias de las que usted está seguro que quiere guardar. En la siguiente están las que usted está seguro que quiere desprenderse. La tercer pila contiene las cosas que usted no sabe qué hacer con
ellas. Guarde las cosas que quiere, regale las otras y coloque las que no está seguro en cajas y guárdelas durante un tiempo hasta que esté seguro de que querría hacer con ellas. 
Esta no es una tarea fácil. No transcurre sin dolor.
Pero nuestra vida sigue, diferente y nueva.
Cuan diferente y nueva depende de nuestra elaboración de pena. 


«El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas;»

Lic. Dayan Garcia Arguello.
Licenciada en Psicología.