martes, 1 de noviembre de 2016

Vasijas en sus manos.















       Hace muchos años existió una mujer que por alguna razón desconocida quedó viuda y no solo eso, sino que ella y sus dos hijos quedaron en bancarrota y extremadamente endeudados, a tal grado que vinieron los acreedores y amenazaron a la pobre mujer con llevarse a sus dos hijos como esclavos, si ella no saldaba su deudas. Pues esa era la costumbre antigua.
Ella angustiada fue y se presentó ante el profeta  Eliseo, exponiendole su situación y esperando obtener ayuda de parte de el.   Pero el profeta le responde: -Que puedo hacer por ti? .... -Dime que tienes en tu casa? (Como diciéndole La solución la tienes en ti). Cuantas veces ante un problema o dificultad corremos desesperadas, buscando solución, tocamos diferentes puertas sin encontrar respuesta. 
Cuando la palabra dice que juntamente con la prueba, Dios nos dara la salida.
Pero en ocasiones llenas de temor y duda, contestamos como aquella mujer. No tengo nada! Ella solo tenia una vasija de aceite, y ni siquiera era una "gran" vasija. Pues el hebreo define, vasija, como un frasco pequeño.
Esta hermosa historia se relata en el libro segundo de Reyes cap. 4.  y en el vs. 4 el profeta Eliseo le da un consejo: Ve y pide vasijas! muchas vasijas! todas las que puedas. y cabe mencionar que no especifica que tipo de vasijas, que tamaño o que forma ni que clase de material, Pero si habia un requisito. Vasijas vacias. No importaba la condición de las vasijas, si eran nuevas o usadas, todas serian útiles para ser llenas con aceite.



Esto me recuerda una reflexión muy hermosa, que me gustaría compartirte.
Habia en la India un cargador de agua que tenia dos grandes vasijas, que colgaban de un largo palo que el llevaba sobre sus hombros, una de las vasijas tenia una grieta, mientras que la otra era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, cuando llegaba, la vasija rota solo contenia la mitad de agua.  Por dos años esto fue asi diariamente.
Desde luego la vasija completa estaba muy orgullosa de sus logros, perfecta para los fines que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy apenada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podia conseguir la mitad de lo que se suponía que debía hacer. después de 2 años
hablo con el aguador, diciéndole. Estoy avergonzada de mi misma y me quiero disculpar contigo, porque debido a mis grietas solo puedo entregar la mitad de mi carga. El aguador con gran compasión le dijo a la vasija agrietada, cuando regresemos a la casa del patrón quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. Asi lo hizo, y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino, pero aun asi, esto no le quitó lo apenada que estaba pues al final solo llevaba la mitad de su carga.
El aguador le dice. Te diste cuenta que las flores solo crecen en tu lado del camino... Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar ventaja de ello, sembré semillas de flores a lo largo del camino por donde tu vas y todos los días tu te has encargado de regarlas, por dos años yo he podido recoger flores para decorar la mesa de mi amo. Sin ser exactamente como tu eres, el no hubiera tenido esa belleza de flores en su casa.
Mira que interesante! este hombre encontró como sacar ventaja a las debilidades de esta vasija, uso sus grietas para regar las semillas que el plantó.  Esa agua nunca fue desperdiciada, le dio uso a la vasija a pesar de su condición.

Lo mismo hace nuestro Dios con nuestras vidas, quizá tengamos grandes grietas,  pero si se lo permitimos el sacará ventaja de ello y se glorificara a través de nuestras debilidades.

Asi como todas aquellas vasijas que consiguió la mujer todas eran diferentes en forma, tamaño y color. Asi somos nosotras algunas bajitas, altas, delgaditas, llenitas, claras morenitas, todas diferentes, pero en algo coincidimos, todas somos hermosas, pues Dios  asi nos creo, tal y como somos.
tal vez te sientas inferior, o piensas que no has cumplido tu propósito, te sientes agrietada, rota, desgastada por los maltratos que has sufrido, por las decepciones y traiciones o las humillaciones que has vivido, infidelidades, entre otras cosas. Pero déjame decirte que Dios ha puesto sus ojos en ti, te ama tal y como tu eres, delante de sus ojos tu nunca has perdido el valor.
El tiene un propósito para tu vida, solo espera que se lo permitas para llevarlo a cabo.
No importa la condición en que tu te encuentres, su aceite suavizará tus heridas, y te dará una nueva identidad. Cierra ya ése libro del pasado, porque Dios hoy escribirá una nueva historia en tu vida.





Bendiciones
Pastora Susana Arteaga/Enfoque a la Mujer.
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