
preferentemente las
articulaciones pequeñas de las manos y los pies, las grandes articulaciones o
ambas estructuras. El ataque de la artritis reumatoide suele ser simétrico, es
decir, hay afección de ambas manos u otros órganos. La artritis reumatoide es
una enfermedad sistémica y por ello puede atacar otros órganos. Los ojos a
veces se quedan sin lágrimas y la persona siente ardor y gran sensibilidad a la
luz (síndrome de Sjögren). Puede haber también agrandamiento del bazo El ataque
de la artritis también puede abarcar los pulmones, el corazón o ambos órganos.
La artritis reumatoide ataca en promedio 1% de la población de adultos, y su
frecuencia es dos a tres veces mayor en mujeres que en varones. La incidencia
máxima se localiza en los años medios de la vida, pero puede afectar a
cualquier grupo de edad. La composición genética interviene en la
susceptibilidad a la artritis reumatoide y se ha dicho que en muchos genes
pudieran guardar relación con la enfermedad
Diagnóstico

s, nódulos en plano subcutáneo, así como sequedad y gran sensibilidad de los ojos. Las personas se quejan de fatiga, inapetencia y debilidad. Puede haber el antecedente familiar de artritis reumatoide. Examen físico: En el examen se advierte tumefacción y calor de la articulación y disminución del arco de su movimiento. Si la enfermedad ha evolucionado puede haber deformación de las articulaciones. En 30% de los casos se detectan nódulos subcutáneos. Otras manifestaciones sistémicas incluyen fiebre mínima, anorexia, pérdida de peso y debilidad muscular. Pruebas: Los análisis de laboratorio incluyen identificación y valoración el factor reumatoide en suero, (positividad en 70%, aproximadamente, de los enfermos de RA y otros exámenes que su médico le solicitará
Tratamiento

Los fármacos se utilizan para combatir el dolor (analgésicos), controlar la inflamación (antiinflamatorios) o con fines inmunosupresores. Sin embargo, todos los medicamentos que se utilizan a menudo contra la artritis reumatoide tienen graves efectos adversos. Con los salicilatos y los antiinflamatorios no esteroides (NSAID) se logra notable alivio sintomático, pero no modifican el curso a largo plazo de la enfermedad. En las exacerbaciones intensas son útiles a veces las inyecciones de corticosteroides en el interior de la articulación. Entre los fármacos de acción lenta que puede modificar la enfermedad están los compuestos de oro, la penicilamina, la hidroxicloroquina y la sulfasalazina y suelen ser eficaces si se utilizan en combinación. También se recurre a los inmunosupresores como al metotrexato, para tratar la forma más activa y grave de la artritis reumatoide. En los últimos 10 años, el tratamiento médico de la artritis reumatoide recibió la influencia decisiva del hecho de que muchas personas muestran daño articular en los primeros 12 meses de presentar la enfermedad. Dicha observación hizo que los reumatólogos emprendieran el uso de antirreumáticos modificadores de la enfermedad (DMARDs) desde el comienzo de la evolución de este padecimiento. El celecoxib es un inhibidor selectivo de la ciclooxigenasa-2 y tiene igual eficacia que los antiinflamatorios no esteroides comunes. La administración de leflunomida, inhibidor de la síntesis de pirimidina, produce mejoría clínica notable en 50 a 60% de las personas con artritis reumatoide y frena la evolución radiológica de la enfermedad. El llamado etanercept (Enbrel) inhibe la acción del factor de necrosis tumoral (TNF) y origina mejoría rápida La colocación de férulas para inmovilizar las articulaciones inflamadas puede aminorar la sinovitis, evitar las deformidades y mejorar la función de las extremidades. Conforme evoluciona la enfermedad se necesita a veces cirugía artroscópica para aliviar el dolor, en intentos de restaurar la función articular o para extraer tejido sinovial hipertrófico y así lentificar la evolución del trastorno. A veces conviene extirpar una parte de las articulaciones (artroplastia) y colocar una prótesis si el daño articular limita gravemente la función.
Pronóstico
La artritis reumatoide es una enfermedad
progresiva. Al final, las articulaciones afectadas muestran deformaciones
extraordinarias y pierden su función; los tendones se rompen y el hueso es
destruido. La enfermedad no tiene duración. Es frecuente observar remisiones y
exacerbaciones. El objetivo del tratamiento es combatir los síntomas y
lentificar el proceso destructivo. Incluso 75% de las personas con artritis
reumatoide mejoran en su cuadro sintomático con el tratamiento.
DIOS LES BENDICE!!!