Un lazo que nos une.
Tormentas invernales. Dallas, Tx. Febrero 2021.
Sucesos que no esperábamos. (Como siempre, nunca estamos preparados ni sabemos lo que vendrá. Pero cada evento nos enseña algo nuevo y saca lo que hay en nuestro interior)
A través de las redes sociales pude ver mensajes de personas sencillas, (porque se que no eran personas de un alto nivel económico.) pero eran sumamente enriquecidos en generosidad y con un gran corazón.
Mensajes como:
-“Tengo un departamento pequeño, y algo de comida en mi refrigerador, pero si alguien necesita, llámeme por favor”
-“Ya tengo luz, si alguien aún no tiene por favor venga a casa podemos compartirla con su familia.”
-“tengo una casa pequeña, pero tengo electricidad y agua, si estas batallando con esto por favor ven, podemos compartir contigo un plato de comida caliente.”
Al leer cada mensaje, mi corazón se conmovía. Siempre hemos pensado que el mundo está lleno de gente mala, y no es así, hay muchísima gente con un buen corazón.
Eran personas que no tomaron en cuenta la raza, el color, la religión, inclusive dejaron por un momento a un lado el protocolo de salud. Debido a la pandemia que hoy nos aqueja.
Solo surgió con fuerza de su interior ese lazo que nos une
como humanos, como familia, como creación de Dios.
Casi al terminar este articulo nos compartieron la bondadosa historia de un padre y una hija que sin ser responsables de esta situación fueron hasta la casa de un hombre desvalido, quien vivía en condiciones deplorables, y no contaba con los medios necesarios para sobrevivir. Y aun sin conocerle, en medio de esta terrible tormenta invernal y las inclemencias del frio, en la oscuridad de la noche y un sin fin de peligros en las carreteras. Padre e hija, entraron hasta el interior de esta casa y enfrentando muchas dificultades le llevaron a un refugio, donde lo atendieran y estuviera seguro.
Todos ellos fueron movidos a misericordia, al desear ayudar a otras personas.
Esto me recuerda el relato de Jesús sobre aquel hombre que fue asaltado, golpeado y tirado en el camino. Dice la historia que se acercaron dos hombres de su pueblo que conocían las leyes y los mandamientos de Dios, pero solo lo vieron y se pasaron de largo, en seguida paso un extranjero y se compadeció de el, fue movido a misericordia, lo tomó, sanó sus heridas lo subió en su asno y lo llevó a un lugar para que le dieran atención médica y no solo eso sino que fue mas allá, pago el costo de sus gastos médicos. Lucas 10:25-37.
Esto es el resultado de una persona que es movida a misericordia.
No solo sintió lastima, este hombre sintió compasión.
La lástima es un sentimiento pasivo, es cuando ves a alguien con necesidad y pasas de largo.
En cambio la compasión se distingue por ser un sentimiento activo de cercanía y sincera conexión con el que sufre.
La biblia dice Gózate con los que se gozan y llora con los que lloran. Ro. 12:15
La compasión es un sentimiento de tristeza que se produce al ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento.
Bíblicamente compasión es sentir con las entrañas, con lo mas intimo de tu ser. La compasión es un valor cristiano, es una muestra de misericordia, es la acción y el efecto de compadecerse por las necesidades de otros. Ser movidos a misericordia es sufrir juntos, es un sentimiento que impulsa a ayudar, no solo a tener lástima. Es un valor que nos hace ser mas sensibles a la voz del Espíritu Santo.
Nadie puede ayudar a otros hasta que sea movido a misericordia. Solo un corazón tocado por el Espíritu santo puede ser constreñido hasta las entrañas y experimentar literalmente el sufrimiento del prójimo.
Pues es a través de nosotros la manera que Dios viene al auxilio de los que sufren.
Es esa bendita misericordia la que se convierte en un lazo que nos une con aquel extraño o conocido y nos impulsa a ayudar, a abrazar y a mitigar un poco su dolor.
Esto no es otra cosa que la compasión en acción.
Susana Arteaga/Enfoque a la Mujer
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