miércoles, 1 de octubre de 2014

La mujer que se llena de FE

La mujer de fe confía en Dios… Sabe que Él tiene interés en su vida. Sabe que Él la conoce. Ella ama Sus palabras y bebe intensamente de esa agua viva. Se siente agradecida y confía en sus consejos y los sigue, porque sabe que al hacerlo hallará seguridad y paz. 

Busca en la oración la bondadosa y constante orientación y ayuda del Padre Celestial que la escucha. Cuando ora, presta atención para dar lugar a la comunicación mutua. Ella confía en que Él, en Su forma silenciosa y tranquila, la llevará de la mano y dará respuesta a sus oraciones.

La mujer de fe tiene seguridad porque comprende el plan divino de nuestro Padre Celestial y su función de ser una bendición para los demás. Tiene seguridad en que cualquier sacrificio que haga vale algo en un sentido eterno. Su confianza aumenta porque es virtuosa, delicada y cortés, lo cual es mucho mejor que ser hermosa. Sus intenciones son puras. Es amorosa, dulce y bondadosa. El corazón de su marido y el de sus hijos están en ella confiados
La mujer de fe es valiente. No teme mal alguno porque Dios está con ellaNo hay incertidumbre ni trompeta que le dé sonido incierto en la vida. Puede vivir una vida de principios. Es un digno ejemplo para todos los que la conocen. No es perfecta, desde luego, y no porque no tenga principios perfectos ni el ejemplo perfecto en Cristo, sino porque es humana. Se conserva alejada de las influencias malignas y de toda cosa impura, y, si algo indebido le sale al paso, es como una leona que defiende a sus cachorros. Su modo de ser es encantador, jovial, lleno de vida y bueno. 
Gracias sean dadas al cielo por las mujeres de fe que nos rodean. La mujer de fe ama al Señor y desea que Él lo sepa mediante la vida que lleva, así como por las palabras que habla, por el servicio que presta a Sus hijos y por todo lo que hace. Sabe que el Señor la ama aun cuando es imperfecta y sigue intentando ser mejor.