miércoles, 22 de abril de 2015

Buscando la reconciliación de los hijos con los padres



La mayoría de los traumas o problemas emocionales que enfrentamos como adultos tienen su raíz en la infancia y estos fueron causados por las figuras paternas, algunas personas recuerdan cual fue exactamente el suceso que les provocó alguna herida, otras no se han dado cuenta que lo que vivieron hace años es lo que está causando su situación emocional actual.
Justo en el momento en que se provocó la herida al niño (a) se detuvo el crecimiento emocional, es por eso que nos topamos con muchos adultos inmaduros, estacionados en alguna etapa de la vida o tal vez nosotras mismas nos encontramos estancadas y es por eso que tenemos reacciones inmaduras de niños y no logramos establecer relaciones afectivas sanas.

Un niño que fue rechazado, de adulto tiende a aislarse inconscientemente de todos culpando a otros de no integrarlo, se rechaza así mismo y a los demás, no logra apegarse a alguna persona, le da demasiada importancia a lo material aunque no le genera completa satisfacción el seguir obteniendo cada vez más pertenencias, ya que esto no le llena su vacío, no se creen capaces de cumplir sus propias metas y creen que los demás no consideran importantes sus aportaciones.


El niño que vivió humillación sufriendo algún tipo de abuso incluso el sexual, por algún aspecto físico, por su comportamiento, actitudes  o fueron comparados constantemente, tienden a ser adultos inseguros, tímidos, se sienten erróneamente culpables de lo vivido, se vuelven dependientes de los demás ya sea de amigos, pareja, sienten que no merecen ser apreciados se esfuerzan por complacerlos en exceso y hasta terminan cargando sus problemas,  provocando algunas veces al abuso de las otras personas, debido a su baja autoestima.

Los que sufrieron de abandono, al paso de los años tienden a dejar trabajos, proyectos y relaciones fácilmente, se les complica mantenerse y apegarse por el miedo a ser abandonados de nuevo, paradójicamente le  tienen mucho temor a la soledad por eso buscan llenar su vacío con una y otra persona pero no logran establecer relaciones duraderas y estables y al final terminan solos, hasta que se dan cuenta de su carencia y trabajan con sus emociones.

Estos son algunos ejemplos de las heridas que se causan en la infancia, por eso es de vital importancia pedir a Dios sabiduría para no causar alguna de ellas en los hijos si ya identificamos que estamos lastimándolos debemos de buscar la reconciliación con ellos y comenzar a ayudarlos a que crezcan sanos emocionalmente para que en un futuro sean adultos maduros  y si nosotras sufrimos alguna herida causada por alguno de nuestros padres debemos de buscar ayuda primeramente de Dios y de alguna persona capacitada para llevarnos en un proceso de sanidad interior.

Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás. (1 Corintios 13:11 TLA)