¿Qué hace una distinguida mujer
cosmopolita en una pequeña comunidad semidesértica?
Son los fabulosos años 80's época en que la
mayoría de las mujeres podían prescindir
de muchas cosas pero no del "Hair Spray", incluyendo a una misionera en una comunidad
rural.
Su nombre era Yolanda, y llegó
como la fresca brisa en un día caluroso. Su misión era impartir por dos o tres semanas las famosas "Escuelas Bíblicas de Verano", no era su obligación, no era su territorio, no era
siquiera su "denominación" pero
ciertamente Dios pone a las personas correctas en el lugar indicado.
Todos los
días de camino al templo, algún vecino le encargaba que orara porque pronto
lloviera, la tierra reseca reclamaba por agua y ella alegremente contestaba con
un: "¡Claro que si mi hermano!"
Las mañanas transcurrían entre los votos a la bandera, las
lecciones, los cantos y las manualidades propias de los cursos bíblicos
veraniegos. Llegado al término de estas actividades, -la hermana Yolanda- como
todos le llamaban; hacía una oración con todos los niños de la clase pidiendo a
Dios que mandara la lluvia a ese árido lugar, esto ocurría hacia el mediodía,
cuanto los rayos de sol aletargan a cualquiera, así que no era raro que más de
uno se quedara dormido pidiendo a Dios por la lluvia.
Los días transcurrían, la
lluvia no llegaba y la perseverante misionera no cesaba en su petición aunque algunos
de los niños ya estuvieran un poco fastidiados con esa cantaleta de pedir a
Dios para que mandara la lluvia.
Pero un día, finalmente el milagro sucedió una calurosa tarde justo al salir de la
Escuela Bíblica, Dios contestó la oración de la misionera y de los niños que
ese día pudieron fortalecer su fe y constataron
que lo que se pide orando, creyendo se recibirá.
Las Escuelas
Bíblicas terminaron, la lluvia llegó y la misionera partió de regreso, pero
muchos hasta el día de hoy recordamos con cariño a la distinguida misionera.
Hoy hacemos un reconocimiento a todas
las misioneras y todos los misioneros que ya sea en una pequeña comunidad, en un pueblo o en las
grandes ciudades; siembran la semilla en los corazones de chicos y grandes. Con
toda certeza, los pequeños les recordarán por siempre.