Jesús nos dejó el más hermoso ejemplo de amor al enseñarnos que nacimos para servir y no para ser servidos. (Mt 20:28)
A veces son nuestras tragedias el motivo de nuestra indiferencia al dolor ajeno.
El mundo necesita más amor pero no somos capáces de impartirlo porque pensamos que primero debemos acabar con nuestro caos y entonces tal vez pero sólo tal vez
comenzaremos a sentir lo que siente el que está a nuestro lado; equivocadamente dividimos el camino en dos secciones: "primero me curo YO después el que más me necesite". Y evidentemente las prioridades son buenas y me gusta esa secuencia, pero ¿y si yo muero antes?
comenzaremos a sentir lo que siente el que está a nuestro lado; equivocadamente dividimos el camino en dos secciones: "primero me curo YO después el que más me necesite". Y evidentemente las prioridades son buenas y me gusta esa secuencia, pero ¿y si yo muero antes?
Ésta es la realidad:
Muchas de las veces los caos son interminables; no es que tenga que esperar a curarme para ayudar a sanar a otros, o a ser rico para ayudar a los pobres, o a pasar el duelo de mis pérdidas para consolar a otros.
Lo que necesito es cambiar mis dogmas respecto a mis tragedias, por ejemplo, si dejo de preocuparme por un tiempo en encontrar la cura a lo mío y comienzo a buscar la cura para otros; tal vez nos llevemos una grata sorpresa el día que comencemos a cambiar nuestra mente y nos anticipemos al dolor ajeno aún cuando nuestra herida siga latente;
Y qué tal que detrás de esas acciones de amor venga de la mano nuestra cura, bueno, es esa sólo una posibilidad.
Lo cierto es que el día que comencemos a dar amor entonces ya habremos encontrado el secreto de la verdadera salud interna.
Escrito por Yolanda Lara.